Otra vez por estas páginas. Algunos podrán llegar a pensar que se trata de una rutina. Siempre lo mismo, dirán. No es así, no es el mismo lugar donde estuve ayer, nunca estuve en este lugar, toda mi vida la pasé aca.
Hoy escribo un poco decepcionado. Esperaba algo más, pero no, en realidad esperaba exactamente esto. Pero no, no lo quería, no es lo que yo quería. Tampoco es la gran cosa, pero las grandes cosas no molestan, las pequeñas estupideces son las que molestan, las grandes te joden la existencia. Ya habrá una próxima vez, siempre hay una próxima vez, siempre con el mismo resultado, siempre distinta. Pero no me preocupo, no vale la pena preocuparse, no vale la pena inquietarse, hay que mantener la paz. Acordate de eso, no te inquietes, no te alteres, no vale la pena.
Hoy escribo un poco dolorido, pero es más físico que psíquico, yo me lo causo de cualquier modo, pero no vale la pena hacerse problema por esas cosas, son cosas que pasan. Uno decide vivir de una manera, y eso tiene su precio, el cuerpo lo siente y no teme demostrarlo.
Hoy escribo un poco inquieto, pero no vale la pena inquietarse, así que ya va a pasar. Uno se inquieta cuando piensa, cuando planea, cuando las cosas no salen, cuando no ve la respuesta, cuando la ve pero no la entiende, cuando la entiende pero no la acepta. No vale la pena, hay que mantenerse tranquilo, la vida es mejor así.
Hoy escribo por el de ayer, viendo a los de ayer, a los de hoy, y me alegro de hacerlo, me alegro del presente que me rodea a cada momento, me alegro por el hoy que me toca vivir... aunque nuestros tiempos no se pongan de acuerdo, a veces se puede obligarlos. Estoy contento al ver que el hoy de hoy es mejor al de ayer... y que el hoy de ayer era mejor al de su ayer. En ese sentido el presente siempre fue mejor. ¿Importa otro sentido? Sí, importa. Pero no tanto, no vale la pena inquietarse por otros sentidos. Y aunque este sentido nunca haya estado completo, no soy tan ambicioso. Y si soy tan ambicioso, no vale la pena deprimirme por no poder lograrlo. Después de todo, uno se lo busca. Y si uno se lo busca, hay que aceptarlo. Hay que mantener la paz que nos mantiene cuerdos, aún cuando esa cordura no sea más que una ilusión propia. Sigan felices, seguí feliz, yo en eso estoy.
Hoy escribo un poco decepcionado. Esperaba algo más, pero no, en realidad esperaba exactamente esto. Pero no, no lo quería, no es lo que yo quería. Tampoco es la gran cosa, pero las grandes cosas no molestan, las pequeñas estupideces son las que molestan, las grandes te joden la existencia. Ya habrá una próxima vez, siempre hay una próxima vez, siempre con el mismo resultado, siempre distinta. Pero no me preocupo, no vale la pena preocuparse, no vale la pena inquietarse, hay que mantener la paz. Acordate de eso, no te inquietes, no te alteres, no vale la pena.
Hoy escribo un poco dolorido, pero es más físico que psíquico, yo me lo causo de cualquier modo, pero no vale la pena hacerse problema por esas cosas, son cosas que pasan. Uno decide vivir de una manera, y eso tiene su precio, el cuerpo lo siente y no teme demostrarlo.
Hoy escribo un poco inquieto, pero no vale la pena inquietarse, así que ya va a pasar. Uno se inquieta cuando piensa, cuando planea, cuando las cosas no salen, cuando no ve la respuesta, cuando la ve pero no la entiende, cuando la entiende pero no la acepta. No vale la pena, hay que mantenerse tranquilo, la vida es mejor así.
Hoy escribo por el de ayer, viendo a los de ayer, a los de hoy, y me alegro de hacerlo, me alegro del presente que me rodea a cada momento, me alegro por el hoy que me toca vivir... aunque nuestros tiempos no se pongan de acuerdo, a veces se puede obligarlos. Estoy contento al ver que el hoy de hoy es mejor al de ayer... y que el hoy de ayer era mejor al de su ayer. En ese sentido el presente siempre fue mejor. ¿Importa otro sentido? Sí, importa. Pero no tanto, no vale la pena inquietarse por otros sentidos. Y aunque este sentido nunca haya estado completo, no soy tan ambicioso. Y si soy tan ambicioso, no vale la pena deprimirme por no poder lograrlo. Después de todo, uno se lo busca. Y si uno se lo busca, hay que aceptarlo. Hay que mantener la paz que nos mantiene cuerdos, aún cuando esa cordura no sea más que una ilusión propia. Sigan felices, seguí feliz, yo en eso estoy.