domingo, 13 de febrero de 2011

La medida de la vida

Hoy me acordé de mi profesora de Castellano de 3er año y Literatura de 4to. Matta, no recuerdo si iba con una o dos t, tampoco su nombre de pila. Nunca leí ninguo de los libros que mandaba leer, aún sabiendo que muchos eran buenos, porque no me gustaba que me obligaran a leer cosas. Me acuerdo que la odiaba mucho en ese momento, no se muy bien por qué, y el recuerdo que me vino a la mente de ella revive ese sentimiento, no creo que por los mismos motivos que en esa época, sino más bien por causas más humanas.

Alguna vez, no se en qué año fue, ella habló sobre un cementerio en algún lugar, ni estoy seguro si era un libro o un lugar real, capaz que ambas cosas. Hablaba de un cementerio en el que en las lápidas se medía la edad de las personas al momento de morir contando únicamente el tiempo realmente vivido (supongo que sería un libro, teniendo en cuenta lo difícil que debe ser medir eso). El tiempo realmente vivido... ¿sería el tiempo que disfrutaron, el tiempo que fueron felices? ¿Cómo se mide el tiempo que vivimos?

Tiempo realmente vivido. Tiempo vivido al fin y al cabo. No creo que nadie me pueda culpar por odiarla; piensen en qué fracción de sus vidas pueden anotar como tiempo vivido de verdad. Es difícil de medir, así que no les digo que hagan un día a día, basta con que lo piensen en meses, años, ustedes sabrán cómo corresponde mejor para cada etapa que hayan pasado. Miren cuántos años (o lo que sea) son, y miren también qué proporción de los años que llevan en esta vida representa ese tiempo. Piensen en todo eso y díganme que no la odian (seguro que aparece algún alma alegre).

Pueden decirme que tanto los buenos como los malos momentos de nuestras vidas nos enseñan algo, que todo el tiempo que pasa deja una huella que podemos usar para guiarnos en el futuro. Es lo que yo diría, y es pura mierda. No hablo de buenos y malos momentos, hablo de la vida y un poco, si se quiere, de la razón de ser, de lo que vale de verdad. También me acuerdo de una vez que pasó a mi lado en la esquina del colegio, yo estaba fumando como siempre, y me dijo, con esa sonrisa que tanto aborrecía: "cada cigarrillo que fumás te quita quince minutos de vida, pensalo", o algo así. No se si serían quince minutos de la vida de verdad o de la de relleno, pero al menos es una de las pocas veces que tengo a las probabilidades de mi lado.

¡Qué máquina horrenda es nuestro cerebro!, o al menos el mío, capaz de dar tantas vueltas, unir tantos fragmentos sueltos para construir una verdad a partir de tantas mentiras, capaz de esconder tantas ideas por cada una que expresa, capaz de levantar murallas a su alrededor para escondernos del mundo, capaz de complicar las cosas de una manera abismal e incapaz de entender por qué lo hace, incapaz de entender por qué y para qué funciona. ¿Y es eso todo lo que somos? No se si culparlo... si somos una cosa tan chica y compleja, ¿podemos ser capaces de entender la idea simple de vivir? Sí, asumo que es simple, tiene que ser simple. Creo, a pura fe, que la naturaleza es simplista, no creo que haya nada complicado en ella, sino que somos nosotros los que perdimos el camino, quizás desde que lo empezamos, y complicamos más y más nuestra visión de ella así como complicamos nuestras propias vidas. Complicamos todo tanto que así como somos incapaces de entender nuestro destino y nuestar razón de ser, somos incapaces de entender todo lo que nos rodea.

Espero que seamos algo más que esa masa boba y que en alguna vida se rompa el ciclo. Espero tanto con tanta impotencia... todavía estoy tratando de hacer mi cuenta, pero yendo desde el presente hacia atrás el número no se ve muy alentador. Sigan felices, a ver si el suyo aumenta un poco.