jueves, 9 de septiembre de 2010

Un dejo a resignación

The eyes, chico, they never lie...

Parece que hoy estoy despierto, al menos desde hace un par de horas. Creo que me dio un poco de energía ese rato mirando el cielo, y el irme cuando quise irme me permitió conservarla. Como sea, lo que importa es intentar usar eso para algo útil, como escribir (si me llega a salir) algunas cosas que pienso... o algo así.

¿Resignación o aceptación? nació por demanda popular. Bueno, puede ser que no demasiado popular, pero por ahí venía la mano. Creo que la idea era que me acercara un poco más al mundo, que mostrara lo que tenía para decir y que me mostrara lo que tenía para decir. El nombre está explicado en cierta forma en el primer post, y tiene que ver con las diferencias que hay entre aceptar algo y resignarse a algo, que si bien pueden parecer, y personalmente creo que son, sutiles, marcan dos caminos abismalmente distintos. Mirando un poco atrás me doy cuenta que acepté muchas cosas, pero creo que nunca me resigné, y la cuestión es si eso es bueno o malo.

La vida no es muy larga, pero si lo fuera, si viviéramos lo suficiente, tendríamos una primera vez para todo. Hoy tengo una suerte de lucha interna porque siento un dejo a resignación en mí. Creo que dejar ser es algo bueno, es lo que yo entiendo por aceptar a las personas de la manera que son, y es algo que intento hacer siempre con las personas que me importan. Con alguna persona tuve que pensarlo bastante, no por una cuestión de intentar cambiar una forma de ser, sino más bien por mi tendencia a tratar de hacer ver los distintos ángulos de las cosas. Cuando nos vemos a nosotros mismos lo hacemos inevitablemente en un espejo maldito, vemos un reflejo deforme de lo que somos, que nos engaña a veces para nuestro bien y a veces para nuestro mal, si es que cabe la distinción. Bajo esa tendencia que tengo a veces (sí, suena raro tendencia a veces, pero es así) me esforcé alguna vez en desviarle a alguien la mirada de su espejo y mostrarle una imagen de ojos ajenos. No son objetivos, es verdad, pero eso no existe; tampoco creo que la falta de objetividad implique necesariamente una falla en la imagen. Retomando, más allá que me haya costado hacerlo, creo que siempre terminé aceptando, y mis intentos nunca fueron cambiar a nadie, sino simplemente mostrarle que nuestra visión no es única, no es verdad absoluta y no está de más tener en cuenta las otras posibilidades que el mundo da.

Dejar ser es algo bueno, aceptar es algo bueno. En última instancia, queda en cada uno cruzar los brazos o abrirse un poco a una realidad más amplia. ¿Resignarse es bueno? Siempre creí que no, por eso nunca quise hacerlo. Incluso le tengo terror a la resignación, un terror que nace en que en la vida no siempre se puede volver atrás. Cada decisión que tomamos orienta el camino que sigue nuestra vida, y al resignarse se puede (y hablo solamente de posibilidad) estar cerrando una puerta que tal vez conduzca a un camino mejor, y si no se pudiera volver atrás, en esta vida no tan larga, eso es una pérdida, más o menos triste. Por esto ese dejo me perturba. También supongo que alguien podría pensar que en realidad me cuesta soltar la rienda y dejar que el control lo tenga otro (es una idea que se me acaba de ocurrir); no creo que sea así, y no creo tener ningún control más allá del que pueda tener sobre mi vida, que tampoco es completo. Será un dilema a solucionar, o no.

No se puede ignorar tampoco que las cosas cambian, mutan, evolucionan, involucionan, se portan como se les da la gana. Nada es estático, y creo que eso es bueno, sino sería todo bastante tedioso. Lo que no se si es bueno o malo es la forma en que lo hacen, y no se si es bueno o malo porque esa distinción de valores depende de quien lo mire, y el criterio que cada persona le dé puede influir en el de las demás personas. Para algunas cosas me gustaría saber si lo ven como bueno o malo para poder pesarlo y decidir si digo está bien o está mal. Eso es lo lindo de la comunicación, y lo feo cuando no la hay. También es cierto que las palabras pueden estar llenas de mentiras, pero eso es otro tema y yo prefiero asumir que no las hay, a menos que sean terriblemente obvias.

En resumen, cuando vale la pena, mi voto es sí a la preocupación, sí a la aceptación, sí a la comunicación y ojalá puede decidir respecto de la resignación. ¿Quién decide cuándo vale la pena? Eso debe ser cada uno, en mi caso, yo. Y a veces vale la pena. Esa es mi reflexión, si es que a alguien le importa... y lo sigue siendo aunque no le importe a nadie.

Y no, no mienten, pero hablan otro idioma, uno que se puede llegar a entender pero no se puede traducir. Sean felices, que la felicidad existe, y después: ¡sigan felices!