domingo, 28 de febrero de 2010

Corre sangre y el perfume...

Creo que le está llegando la hora a este lugar. Aguanta porque me encanta guardar porquerías durante años, pero en algún momento me rayo. ¿Ahora qué le pasa a este? Estoy atravesando una crisis de identidad. Salvo excepciones colgadas, los que leen esto me conocen; conocen una faceta sobreactuada, o no, de mí (estamos viendo si ese "o no" va). ¿Cuál es el problema? La falta de autenticidad. Demasiado tiempo fingiendo actitudes, gustos, formas. Imitando a uno u otro, tratando de encontrar la manera correcta de las cosas y eso. El problema es que ya no se cuáles son reales y cuáles no, no ubico tan fácil las que representan a mi verdadero yo.

De chico aprendí que si algo vale la pena, hay que defenderlo sin importar nada. No importa lo que te hagan, siempre podría ser peor, así que tan malo no es. Ni siquiera hay que dar una mueca. Al principio estaba bien, y sigue estando bien, pero en algún punto se tragó algo. Hay una alegría enterrada en esa fachada a la que no dejan salir. Lo que trato de decir es que es un principio que tiene sus problemas: para empezar, identificar qué cosas valen la pena; ni me voy a meter en eso, porque no tiene nada que ver. El otro es contener esa faceta inexpresiva en un rinconcito y no dejarla comerse al resto de la persona. Bueno, no se, algo falló, pero se que está todo. Creo que a veces alguien lo ve, nota algo ahí y no termina de darse cuenta. A veces lo veo en algunas miradas, y me alegra mucho, pero después se va.

Estoy un poco desorganizado, así que uso los párrafos para que esto sea un poco más entendible y no por ningún motivo "literario". No puedo decir que algo se comió al nene alegre, porque la verdad es que la cosa es un poco más complicada y mucho más vieja. Es algo en paralelo, no se cómo explicarlo. No quiero explicarlo, no hace falta, no es la idea de esto. No se doctor si busco a un culpable que no sea yo, o si busco una razón que no conozca o si trato de entender por qué el presente está como está. A veces siento a los más cercanos tan lejos. A veces siento que no me conocen, que a pesar de todo lo que me esforcé para que lo hicieran siguen ciegos y pienso: ¿no será que ese esfuerzo fue una ilusión? Pudo ser todo un invento, es posible que yo los haya guiado a desencontrarse conmigo. Creo que lo saben y se lo callan, que ven que algo no está en su lugar, que algo falta en el personaje para ser persona, pero tampoco saben qué, no es su culpa. Hay en especial una mirada que de vez en cuando me viene y no puedo sacármela de la cabeza. Me aterra, me aterra porque me desconcierta, no capto nada de esa mirada, no la entiendo ni un poco, no se si es buena, si es mala, si es indiferente. Creo que algo ve, creo que es importante. No necesito ni cerrar los ojos para verla como si la tuviera apuntándome ahora mismo.

Pero puede ser que no. Puede ser que todo esto sea la mentira, y que todo lo demás sea la pura verdad. Corriéndome un segundo, apostaría a una combinación de ambas. Seguro le estoy pifiando a una parte de esto, pero seguro que algo hay. Hay sangre en esas venas también, doy fe de eso. Sigan felices!

martes, 23 de febrero de 2010

Un saludo casual

Hoy es martes 23 de febrero de 2010, feliz año nuevo. Pero hoy no vamos a fijarnos en hoy, sino que vamos a pensar, todos juntos, sin agarrarnos las manos entre nosotros ni nada de eso... los invito a pensar un poco en ayer, en la semana pasada, en la última vez, en aquel año, aquel día. Por ponerme de centro, que me gusta mucho, pensemos en esa situación en la que nos conocimos. Esta bien si no se acuerdan, no hace falta recordar cada detalle, no hace falta una fecha exacta ni un diálogo, algo aproximado; el año, el lugar, lo que hacían ahí, lo que yo hacía...

Hasta recién estábamos recordando un momento muy lindo de sus vidas. Ahora me gustaría ir un poco más allá. Quiero que piensen cómo llegaron a esa situación, es decir, quiero que piensen qué cosas pasaron para que tanto ustedes como yo estuviéramos en ese lugar, en ese momento, y no solamente eso, sino también para que se diera una continuidad que llevara a algún tipo de relación. ¿Qué decisiones se tomaron? ¿Quién las tomó? ¿De qué manera las cosas pudieron ser distintas? ¿Se necesitaba tanto para que nada pasara?

Algunos culparán a un colectivo que no paró, a una gripe, un forro pinchado, a los militares, la segunda guerra, a los nazis, al archiduque, la Revolución Francesa, Américo Vespucio, Jesús, etc. Pero entonces, ¿hay un culpable? El detonante que encontramos depende de qué tan lejos estemos dispuestos a mirar, o desde otro punto de vista, de qué tan rápido nos aburre pensar en estas cosas. Así que yendo hacia atrás, nos conocimos por casualidad.

Lo que propongo ahora, por más triste que sea, es que nos olvidemos un momento de mí. De la misma manera que nos podemos plantear esto para la situación en que nos conocimos, podemos planteárnoslo para cualquier momento de nuestras vidas, para cualquier cosa que nos haya pasado. Pero entonces, ¿todo en nuestras vidas es casualidad? Y el control que tenemos sobre las cosas que hacemos, las decisiones que tomamos, ¿es todo una ilusión? Entonces, ¿para qué...?

Y sin embargo, las casualidades no existen. ¡Sigan felices!