jueves, 29 de octubre de 2009

Crónica de un sueño desperdiciado

Él era medio hippie en el alma y recio en el corazón, corte desprolijo y era un cagón. Ella una princesa sin padre, sin tierra y sin postor, no había azul ni celeste, un gris a oscuro de vez en cuando. No les cuento una historia de amor, no hay historia, hay amor. Corrían en ese tiempo los días de la vida, la vida les corría los días, los días los corrían y ellos no se movían. Él no sabía ni dos más dos; ella sabía decir cinco, no hacía falta ni preguntarle.

Vivían en el mismo castillo de cristal. Él se escondía en el sótano y ella miraba por el balcón. Desde afuera las paredes eran ventanas, desde adentro estaban tapiadas. En el centro una frágil torre de papel por la que se deslizaba una cuerda de la que él tiraba constantemente, y el tañido de las campanas ensordecía a todos alrededor, excepto a esos ciegos que no querían escuchar. Pero en el país de los ciegos el tuerto es rey, y en el de los idiotas, el rey, es el rey de los idiotas, tuerto o no. En este país había un solo castillo.

Afuera el invierno se hacía primavera y ya estaban en verano. Adentro el tiempo estaba congelado, no pasaba nada, y el tiempo no existe donde nada pasa. Pero se iban los años y ellos seguían buscando... a veces se movían, a veces esperaban, a veces se quedaban, pero la luz nunca se hace si no hay nada que ilumine, y así como Godot nunca llegaba, nadie alumbra si no es capaz de notar la oscuridad, no hay respuestas donde no hay preguntas.

La falta de comprensión duró una vida y los días dejaron de correr, Romeo y Julieta no se conocieron hasta el lecho postrero, sin veneno y sin Shakespeare. El castillo se derrumbó y los añicos de una maravilla perdida les enseñaron en un instante la vida que no tuvieron. Supieron que es mejor vivir enfrentando un futuro incierto que morir añorando el pasado que nunca fue. Bastó un instante para que sufrieran la tortura de una vida. En un solo instante aprendieron lo que nunca se atrevieron a saber. Pero lo entendieron, ya habían perdido.

¡Sigan felices!

miércoles, 21 de octubre de 2009

La brisa y el vendaval

Aquellos viejos tiempos. Cuando unos golpes nos divertían por semanas, cuando lo malo era tomar ese vaso y esa cuchara, y el dolor de la semana. Cuando nada preocupaba, nada que preocupe ya. Cuando no eras y no brindaba. Y sigue caminando, saliendo de la línea, hacia una abstinencia caótica. Sonó Pink Floyd todo el día, la mayor parte sin volumen.

Cuando la acidez brotó y empezamos a ser yo. Dice que hoy los tiempos van a mil, digo que siempre van a mil, digo que a veces paran y dejan mirar, nada más que mirar. Pero el que sabe se conforma, pero de conformarse hablaban Charly y Nito. Thank you.

Entonces pisamos sobre tierra un poco más firme y realista, tragamos arenas más suaves, sin tormentas, apenas una brisa, que quiere ser ventisca de vez en cuando, con el cuando del vendaval que trae el resto del sur. Aprendí a disfrutar, a alegrarme como nunca. Aprendí a aceptar que no importa nada más, que no importa quién ni cuándo, no es exacto, y acá sin existencia en la parte real aseguramos unicidad en la imaginaria (no es matemática, no le busquen sentido por ese lado que no van a tener suerte).

Tengo mucho que decir, pero siento que acabo de decir gran parte. Es mentira, ya lo se, nadie lo puede entender. Seguramente en unos días ni yo entienda lo que dice. Pero la verdad es la verdad después de todo. Y yo no soy actor, ya hay bastantes para fingir. Sigan felices!

sábado, 10 de octubre de 2009

Life is what happens to you while you're busy making other plans...

Se me pasó un día, ya lo se, es que ayer estuve algo ocupado, pero no me olvidé (ni mi profesor de numérico, que notó la remera). Ayer se cumplieron 69 años del nacimiento de John Lennon y creo que está bueno recordarlo con una idea suya: Love



Es una forma de recordarlo, nada más. Aparece mucho Yoko Ono, sí, obviamente, era la mujer que él amaba y tenía, es natural que aparezca. Supongo que es parte de las cosas que dejó. Sigan felices!