viernes, 14 de agosto de 2009

De nombres y parcas...

Es como un efecto visual, zigzaguea, pero al ser tan larga, de lejos, se ve recta. Aburrida, como una broma pesada de Láquesis. La gente no entiende, pero la puede culpar a ella por su falta de imaginación. La puede culpar porque tiene nombre, como otras tantas cosas. Le ponemos nombre a todo lo que conocemos o queremos conocer, porque si tiene nombre lo podemos manejar. La expresión "esto no tiene nombre" queda reservada para las cosas demasiado buenas o demasiado malas como para ser reales. ¿Qué es esa farsa de seguridad? No causa gracia, es más bien triste.

"Y caminando por el Paraíso conocí a ese duendecito, y en medio de la oscuridad él sólo quería luz; y ardió, y ardió... se ilunminó en las llamas del Infierno y siguió bajando, llegó frío hasta el noveno, donde los que son como él no descansan. Y gritó, pero son todos oídos sordos para las voces tan profundas; ¿quién es?¿quién puede y quién debe ser el Minos de su cuento?"

Lo bueno es bueno, y lo malo es malo, esos son sus nombres. Nombres de blanco y negro, para hacer las cosas más fáciles. Pero algunos prefieren los matices, los grises que complican todo. ¿Dónde está la línea que separa el gris claro del oscuro? No está pintada y no todo está escrito. Algunos le ponen nombres muy explicados, pero no hay una definición. Es de esos nombres de los que se dice tanto que al final nadie entiende qué representan. O lo que es peor, algunos entienden una cosa y otros otra. Y cuando la gente se desentiende, nunca termina bien.

¿Sería mejor que serpentee entre el blanco y el negro? Podría correr de un extremo a otro sin ninguna suavidad, viviendo entre el sí y el no, sin dudas, sin pensar. Podría vivir en su anarquía solitaria y actuar como protagonista de un destino simple. Seguramente vería que los filos de lo simple no se cuentan con una mano y lo que pasa atrapado en ese fluido extraño no se arregla con filosofía, no se cambia a gusto. Le ponemos nombre, le inventamos un autor de mil alias y somos dueños solamente cuando nos conviene; cuando no, nos lavamos las manos con un poco de música y nos olvidamos, si igual ya está escrito. Las estupideces nos sobran.

0 comentarios de mis fieles adeptos: