miércoles, 9 de julio de 2008

Relato de una noche de redención

La cocina: ese mágico lugar donde las cosas más simples se convierten en las más elaboradas obras de arte. En mi caso, la cocina, como bien saben ávidos lectores, se halla unida al comedor, el cual a su vez es casi uno con el living. Una armoniosa unión de la que florecen las artesanías más formidables. Por ejemplo hoy, hace unos momentos solamente, salió del horno un brownie todo amoroso con forma de corazón... un corazón roto tal vez, pero corazón al fin, el cual para colapsar primero tuvo que crecer, desarrollarse hasta formar un sólido bloque de amor. Amor que no resistió.
Testigo del triste destino del corazón, el comedor miraba a un lado, en silencio, probablemente se sentía de sobra. Esa es una fea sensación y yo no podía quedarme estático frente a tal injusticia. Y no lo hice. Unas horas luego de la tragedia se me ocurrió la magnífica idea de armar mi narguile dentro del espacio de ese pobre comedor. Y así lo hice, sabiendo perfectamente que tenía tiempo de sobra. Para esta empresa opté por el eterno tabaco egipcio con naranja y el agregado, cual pimentón a la salsa, de una hoja rigurosamente picada de la mística Salvia Divinorum, la cual es una hierba originaria de la región mazateca de oaxaca, México. Creo que fueron suficientes honores para el comedor, pero por si así no lo fuera, tras fumar bajo una tenue luz y un silencio casi absoluto esta delicia cuidadosamente preparada, procedí a abrazar con intenso cariño el suelo del comedor en cuestión, llevado a esto tanto por el amor que intentaba demostrarle a dicho ambiente como por el peso excesivo de mi cuerpo, particularmente de mi cabeza, la cual una vez echada atrás no quiso retornar a su posición, lo que me llevó a considerar el inmenso dolor que esto podía significar posteriormente para mi cuello.
Ya concluido el ritual de revitalización del comedor, y una vez recuperado el control ordinario de mi cuerpo, aprecié la gran diferencia que había entre el living y el comedor. Parecía que el primero estaba únicamente para crear un ambiente íntimo en el segundo, lo cual, naturalmente, me pareció injusto; ¿qué derecho tiene el comedor a tratar así al living? La respuesta vino a mi mente como si fuera lo único que pudiera ver bajo la suave luz: ninguno. Pero yo había estado consolando al comedor un momento atrás, por lo cual era cómplice de la violación que se estaba cometiendo a los derechos del living. No necesité más razón, dado que cualquiera con algo de decencia podría ver que la antedicha era más que suficiente para decidirse a reparar este atropello. Y así lo hice. Humildemente brindé mi compañía a este espacio, a la vez que me honraba en su presencia. Él, cálidamente, me invitó a descansar junto a su estufa, llamado que yo, que cualquier cosa hubiera hecho para resarcir la ofensa, acepté impetuosamente. Y así, juntos unos minutos, la alegría retornó a sus paredes.
Espero que las palabras que acabo de escribir sirvan como experiencia ajena para todos ustedes, mis fieles, y nunca causen a sus gloriosos ambientes ofensas tales. En este momento, en mi casa, los tres ambientes conjugados se encuentran en total armonía unos con otros, de modo que la casa está en orden. Sigan felices y sin lastimar sentimientos, que yo en eso ando.

4 comentarios de mis fieles adeptos:

Pooly dijo...

"La casa está en orden"????

Noooooooooooooooooooooooooooooo

Hay que ir ya a desordenar eso!!!!!


"no hieras los sentimientos de tus ambientes"
Lección aprendida...

Abrazooooo

Dr. Lemon dijo...

Sos un hijo de puta.

Te quiero un montón.

Y vas a salir de tu casa mierda.

Besos

Sol dijo...

todavia no se t fue el efecto, no?

Anónimo dijo...

Desde cuando sabés cocinar brownies??
Les pusiste salvia divinorum?
Quedó algo???