martes, 7 de julio de 2009

El principio del cuento...

No lo veo empezar, pero así termina el cuento. Llegado a un gris verdoso, nadie sabe el por qué... será que a veces no hay un por qué. Eran dos, ahora es uno, mañana cierra, ¿para qué va a abrir si está vacío? Se le ve triste, pero ya no entiende qué es eso, ya está más allá. ¿Cómo empieza ese cuento?

Millones de comienzos distintos, uno más estúpido que el otro. Al que lo ve de afuera le da lástima. El que lo ve de afuera no se da cuenta que él puede estar comenzando a escribir el suyo. Tal vez no hoy, no ahora, tal vez mañana. No es una cuestión de tiempo, pero cuando debe ser, es una cuestión de tiempo. El que lo ve desde afuera no sabe si debe ser; él piensa que no, él vive y es feliz, ¿cómo podría terminar así? Está tan gris, está tan solo... eso le pasa a los que echaron a perder su vida, no a mí.

Pidió un poco de suerte, desesperado. Pidió que la cosas fueran, al menos por una vez, fáciles. ¿Qué tan malo puede ser eso? Solamente necesitaba un poco de paz. Pidió su suerte y la consiguió. Del cielo cayó un regalo maravilloso, de pronto comenzó a llover felicidad... ¿qué más fácil que eso? Tan fácil como ahogarse en ese diluvio. Pero entonces: ¿cómo empieza este cuento?

Nada más difícil que ver el comienzo de algo que no tiene sentido. La razón acá no juega ningún papel; este cuento empieza cuando la razón nos da la espalda. ¿Y cuándo la razón nos da la espalda? Se ve una pregunta llevar a la otra, definitivamente hacen falta respuestas. La razón nos da la espalda cuando nosotros le damos la espada a ella. Eso es una respuesta que no aporta nada. La razón mira para otro lado cuando soñamos despiertos, cuando deseamos, cuando nos ilusionamos, cuando admiramos, cuando buscamos, cuando peleamos y finalmente cuando fracasamos. Y cuando fracasamos y la razón nos da la espalda, y cuando nosotros le damos la espalda a ella, todo el mundo nos da la espalda. ¿Es esto último verdad? Al menos en principio, a veces sí, a veces no. Hay todo un proceso en el medio, después que el cuento empieza no tiene más opción que desarrollarse. El cuento tiene vida propia, a la vez que nuestra propia vida se convierte en un cuento. Cada obstáculo da varias salidas, y la única forma de elegir resulta ser, a la larga y aunque no lo notemos, cruzar sin mirar una puerta cerrada, tras la cual no hay vuelta atrás. Vamos con el cuento, que hablará de nosotros (pueden no leer la historia, es larga y vacía, solamente busca remarcar un par de puntos).

Corre un año no muy lejano, uno como cualquier otro para nosotros. Llevamos una vida normal, con los altibajos que sufre cualquiera, ya que por supuesto, cualquiera podría ser nosotros. La vida no nos sonríe, pero tampoco nos apalea. Somos jóvenes, trabajamos, estudiamos, nos divertimos, la gente nos quiere, a algunos los queremos. Está claro, somos gente normal.

Hoy es un sábado como cualquier otro, dentro de un rato tenemos una fiesta, lo cual no nos preocupa demasiado. No es nada extraordinario, solamente otra reunión de amigos para pasar el rato. Pero no hay razón para demorarse, ni nada mejor que hacer, así que nos damos un baño tranquilos, y salimos, a pasar el rato.

Noche de sábado como cualquiera, están casi todos los que importan. Siempre falta alguien, pero eso es común, algo habrá tenido que hacer, no nos preocupa. Comemos algo, tomamos algo, hablamos algo, y seguimos con este ciclo. Eventualmente dejamos de comer, por supesto, pero seguimos tomando, es una fiesta después de todo. La pasamos bien, sabemos que es todo una mentira, pero eso no nos quita el sueño. Somos gente normal, siempre es así.

Ya está bien entrada la madrugada y la gente empieza a aburrirse. Es, por supuesto, un buen momento para fumar algo, o al menos eso piensan algunos... no daña a nadie. Seguimos tomando, fumando, todo se reanima, las risas reaparecen y el sueño empieza a hacerse presente, así que simplemente nos vamos a dormir. Algunos se van, otros se quedan, de cualquier modo la noche terminó.

El ciclo de la semana se repite, nuestra vida se torna algo monótona, muchas noches aburridas, le pasa a todo el mundo. Y como todo el mundo buscamos algo que hacer en esas noches aburridas. Simplemente matamos el tiempo, no tiene nada de malo tampoco.

Como ya dijimos, nuestra vida tiene altibajos. Hoy nos topamos con uno de esos bajos. Normalmente no es un problema, son cosas que pasan, nada del otro mundo, un mal rato en una noche aburrida, ¿qué problema hay? Sin que lo notemos, empezamos a escribir nuestro cuento. Pensamos que no pasaba nada, que era cosa del momento; resulta ser que pensamos, ese fue nuestro error. En una noche aburrida tuvimos un mal rato y pensamos. Cruzamos esa puerta y la vimos cerrarse detrás nuestro, sin darle importancia.

Esta mañana amanecimos en un nuevo mundo. Estamos irritables, la gente nos molesta en el trabajo. Nuestro compañero está sentado ahí sin hacer nada. Le pasamos un par de avisos y él no hace nada. Está bien, problema suyo, se perjudica solo. Decidimos ignorarlo, aunque nos molesta el simple hecho de mirarlo. El día sigue como cualquier otro, pero hay un dejo de incomodidad en el aire. Llegada la tarde lo confirmamos: le pasamos un tercer llamado, el se enoja, nos peleamos. En ese momento entra nuestro jefe, que tampoco había tenido una buena noche. Todo el mundo está enojado y nosotros más, no vamos a aguantar esto. Los mandamos a la mismísima mierda a los dos y nos vamos. ¿Quién necesita ese estúpido trabajo de esclavos? Así estamos mejor.

Llegada la noche festejamos con un buen tequila, ¡comienza de una nueva vida! Después del sexto shot caemos dormidos. No tiene importancia, igualmente nada hay que hacer al día siguiente... el día siguiente que comienza con el sol de las 12 pegándonos en la cara. Estamos con la ropa de ayer y una resaca espantosa. Naturalmente, no tenemos ganas de hacer nada. Otro día que se queda en el olvido... y de igual forma pasan los siguientes. Cuando nos damos cuenta dejamos también de estudiar y ya no vemos tanto a la gente. ¡Hay que arreglar esto! Otra fiesta...

Ya en la fiesta todo parece ir como siempre, hablamos, tomamos, fumamos... tal vez esta vez hablamos de más. Pero más vale decir lo que pensamos, ¿no? Igual todo está bien. Seguimos disfrutando de la noche, todo parece ir bien, y de la misma manera la terminamos. Otra que pasa, algo distinta, pero no parece ser tan terrible. Y así seguimos nuestra vida.

Los días siguieron pasando y las palabras quedaron rebotando. Las noches se volvieron más aburridas, lo cual era esperable, ya que no hacemos nada de nuestras vidas. Así es que se nos da por pasar las noches fumando, tomando, delirando. De cualquier modo, no hay nada mejor que hacer. A este punto el cuento ya está bien entrado en páginas, aunque todavía no notamos que lo estamos escribiendo.

Pasaron semanas, y seguimos igual. Empezamos a notar que las cosas no están bien, que ya no estamos como antes. Pensamos nuevamente, y nuevamente es un terrible error. No podemos seguir así, y viendo que casi nada nos ata a este lugar decidimos hacer un viaje. El sur parece lindo, y allá vamos.

Noche de pub en Ushuaia... estamos completamente borrachos y fumados, rodeados de personajes que hablan en algo que simplemente suena inentendible. Bien podría ser castellano, que igual no entendemos nada. Alguien nos da unas pastillas y algo para aspirar... no lo conocemos, pero tiene cara simpática. En este punto cualquier cosa es buena. Alguien dice algo de un barco en el puerto, hablan de ballenas o algo así. Seguimos sin entender, pero parece una buena idea.

Deben haber pasado un par de días... el tiempo fluye, pero no entendemos bien cómo lo hace. Revisamos nuestros bolsillos... milagrosamente todavía tenemos el teléfono, casi sin batería y sin señal, por supuesto. De cualquier modo no hay ningún mensaje, ninguna llamada. Lleva un par de semanas siendo igual de útil. Subimos unas escaleras, abrimos la puerta y vemos que lo del barco no era mentira: estamos en medio del mar. Primero nos desesperamos un poco, pero pensándolo bien, nos fuimos de viaje porque no había razón para quedarse, ¿qué tiene de malo extenderlo un poco más? El idioma de esta gente definitivamente no era castellano, no les entendemos un carajo. Pero siguen pareciendo buena gente, nos dan trabajo que hacer: limpiar. No es tan malo, siempre quisimos algo sencillo.

Después de unas semanas finalmente llegamos a puerto. Hace frío, mucho frío. Tratamos de preguntar dónde estamos. Parece que este tipo algo nos entiende, seguramente lo ve en nuestra cara; Klaipeda dice él. Hubiera sido igual que no nos respondiera, ¿qué mierda es Klaipeda? Según parece, nuestro nuevo hogar. En este momento nos damos cuenta que cruzamos demasiadas puertas sin saber lo que había al otro lado. En este punto estamos solos, ya todos nos dieron la espalda. ¿La razón? A la razón le dimos la espalda hace rato.

Llevamos una semana en un lugar completamente desconocido, no tenemos idea lo que dice la gente. Es un lindo parque, muchas personas paran acá con nosotros. Nos hicimos algunos amigos nuevos, que nos enseñaron cómo vivir ahí. También conocimos algunas cosas más fuertes que nos alegran las noches aburridas y, últimamente, también los días. Este lugar puede convertirse en una maravilla, pero hace un par de días que no tenemos nada, y nos sentimos bastante enfermos. De esta noche no pasa, decimos con nuestros amigos. Y no pasó.

Nos despertamos en una playa de Klaipeda, ya pasado el mediodía. Naturalmente, no tenemos la más pálida idea de por qué estamos ahí. Escuchamos un momento el sonido del mar, las olas golpean en la rompiente. La playa está completamente desierta, salvo por nosotros. La noche debió ser bastante larga, no tenemos claro nuestro último recuerdo... aunque no nos damos cuenta, no tenemos claro ningún pensamiento. Parece bastante oportuno levantarse y andar, así que simplemente emprendemos viaje por la ruta, caminando tranquilos. Nos sentimos en paz.

No vamos a hablar de horas, el tiempo simplemente fluye, no tenemos noción de cómo lo hace. En la caminata empezamos a recordar un par de cosas sobre la noche anterior... parece que no todo salió tan bien. Conseguimos algo, tomamos algo, pero no recordamos el frío de la mañana en la playa. Algo está faltando, hay un cuadro perdido. Decidimos volver al mar, tal vez allá esté más claro. Volvemos sobre nuestros pasos.

Finalmente llegamos al lugar donde no despertamos. Se ve demasiado gris.

Esta fue la historia. Entonces, ¿cómo empieza el cuento? El cuento empieza sin que lo notemos, sin que nadie lo note, con pequeños detalles. Empieza con una suma de pequeñas cosas, pero nadie ve que está comenzando hasta que ya es demasiado tarde. Esta fue sólo una historia, el cuento lo escribe cada uno.

Una aclaración final: esta historia no necesariamente habla de mí ni incluye mi cuento. Puede ser cualquiera. Sigan felices!

2 comentarios de mis fieles adeptos:

Edu dijo...

Va una! Dedicada al mala onda que puso cero.

Divad dijo...

Me gustó el cuento.