Bueno gentes, llegó el día... de vuelta en Buenos Aires. He pasado una semana (un poco más) bárbara en una "ciudad" sin lengua ni delincuencia. Les cuento que conocí gente de toda la Argentina, desde algún que otro fueguino hasta el jujeño melancólico, el tachero cordobés que queria pepa y faso, el borracho de no se dónde carajo, italianos, alemanes, holandeses, mexicanas, japoneses, ingleses, franceses, gallegos, un chileno, un suizo drogón, un peruano medio hippie con sede en Córdoba y guía de alemanes, un belga, un canadiense re tocado, un checo con el que además hice canotaje (sí, remé en una canoa con un oso checo que sí sabía hacerlo), un colombiano y qué se yo que carajo más. Como ya dije, hice canotaje, caminé como en mi perra vida lo había hecho por el medio de bosques, por montañas, por la ruta, la ciudad, la costa... Estuve en cuevas de hielo a 850 metros de altura después de haber caminado horas por todo tipo de terrenos y siempre en subida (entre 30º y 45º mas o menos), a lo cual se agradece el inhalador, y donde nos acompañó un perro re colgado, que según el guía con el que fuimos siempre anda por ahí y se suma a la subida... y la tenía re clara el perro. Navegué por el Beagle, comí canelones de centolla y cordero patagónico, tomé cerveza de Ushuaia, anduve en 4x4 con un guía re limado y un grupo de 7 tanos/as pasados de años (igual había más gente en otras camionetas), vi las montañas desde arriba, vi las nubes, muchísimas nubes, desde arriba, vi el ocaso desde arriba de las nubes, vi Buenos Aires de noche desde arriba (que es re zarpado) y bueno, no se, es todo lo que me acuerdo ahora. Lo que sí puedo decir es que hace demasiado calor en Buenos Aires y que hay que ir a Praga, obligado.